EL CAFÉ CASTILLA, LAS CARICATURAS DE SIRIO Y UGALDE.
Poco más de una década antes del comienzo de las obras de la Gran Vía de Madrid, en la planta baja de la cercana calle de las Infantas, número 29 - duplicado - junto a la Casa de las Siete Chimeneas (s. XVI), estuvo el café Castilla.
Foto: M.R. Giménez (2012) Aspecto actual de lo que fue el Café Castilla. A la derecha de la fotografía, la Casa de las Siete Chimeneas. |
La calle de las Infantas (renombrada por la II República Española como calle de Rosalía de Castro y cuyo apelativo inicial recuperó tras la Guerra Civil) era paso habitual de gentes de los circos-teatros cercanos, de reporteros, literatos y de Federico Agustí que, no pudiendo ser actor, decidió fundar un café de artistas que atrajo a la intelectualidad del momento.
Foto: Diego González Ragel (Archivo Ragel) El café Castilla alrededor de los años 50. |
Más de sesenta años de vida resistió el café Castilla donde tuvieron tertulia y escribieron: Benito Pérez Galdós, Ramón María del Valle-Inclán, Carlos Arniches Barreda, Jacinto Benavente Martínez, Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, José Serrano Simeón (Maestro Serrano), Mariano de Cavia, Emilio Carrere, Pedro de Répide, Enrique Jardiel Poncela, actores, actrices, empresarios teatrales, artistas circenses, deportistas, músicos y periodistas.
El Castilla era un café de barrio recatado y cordial, que se había especializado en chocolates, almuerzos, cenas y fiambres, además de servir la cerveza alemana en “bock” (jarro con asa).
Fuente: B.N.E. Rincón de Benito Pérez Galdós en el café (de) Castilla. "Tenía su despecho en la tercera mesa del café, entrando, a mano derecha". |
Eran las 2h. de la madrugada del día 1 de junio de 1906, cuando entró en el café un sujeto que pidió al camarero un helado, pero al haberse acabado el género solicitó un “bock” de cerveza. Durante cuarenta minutos estuvo sentado ante el velador escuchando los comentarios de la noticia del día: El atentado contra Alfonso XIII, en la calle Mayor de Madrid.
Una tertulia cercana compuesta por varios hombres, algunos de ellos militares, comentaban con frases duras las consecuencias del criminal hecho, mientras se fijaban en el individuo sin compañía vestido con americana, chaleco color café oscuro, corbata oscura, cuello blanco a la marinera y sombrero flexible color café que estaba sentado cerca de ellos. El hombre, al sentirse observado, abonó la consumición y salió precipitadamente del café.
Los periódicos daban cumplida información sobre el curso de la investigación policial. Detalles como la localización de las ropas manchadas de sangre del presunto terrorista, semejantes a la indumentaria del individuo que había tomado una cerveza en el café Castilla unas horas después del brutal atentado, permitieron demostrar que Mateo Morral Roca había estado deambulando por Madrid durante todo día de los hechos y de madrugada había recalado en el café.
Foto: Eugenio Mesoreno Romanos (31 de mayo de 1906). (Memoriademadrid.es). Atentado de la boda de Alfonso XIII, en la calle Mayor de Madrid. |
Una noche del mes de septiembre del año 1927, Elroy “el hombre de los pies maravillosos” visitó el café Castilla acompañado por su secretario e intérprete.
Inglés de Mánchester, alto, seco, de perfil agudo, ojos vivos y frente despejada, hablaba con gran corrección mientras descalzaba sus pies y subía uno de ellos sobre la mesa. Elroy era un gran contorsionista y al haber perdido ambos brazos en un incendio a la edad de 2 años, tuvo que aprender a valerse por sí mismo utilizando sus extremidades inferiores. Escribía correctamente, pintaba, barajaba y repartía las cartas para jugar al póker, al que era muy aficionado. Se había formado en el oficio de grabador, pero al no obtener trabajo decidió dedicarse al mundo del espectáculo, recorriendo el mundo con el circo. Era un hombre feliz al que contrariaba la piedad, muy educado, dotado de una increíble elasticidad y con un sorprendente dominio de los músculos aductores de piernas y dedos de los pies, en uno de los cuales llevaba un anillo con un brillante de gran valor. Siempre llevaba su dinero en el zapato y al despedirse, extendía su pulcro y arreglado pie a la mano del interlocutor.
Dibujo de Emilio Ferrer (B.N.E.) Ilustración de la entrevista a Elroy "el hombre de los pies maravillosos" (1927). |
Uno de los caricaturistas más famosos de las décadas de los años diez, veinte y treinta del siglo pasado fue Sirio (Sirio Abel García Hernández. 1901-1937).
Fuente: B.N.E. Fotografía: Díaz Casariego. Sirio, en pie a la izquierda, en el café Castilla. En la parte superior se aprecia el zócalo con la exposición de sus caricaturas (1929). |
Sirio había venido de Cuba donde, apenas con pantalón corto, frecuentaba las tertulias de periodistas y escritores como un niño prodigio. Llegó a España con dieciséis años y, aunque le hubiese gustado ser músico, tardó poco en colaborar con numerosos periódicos haciendo caricaturas de los más famosos artistas, políticos y escritores.
Los rasgos estilizados y la economía de líneas dotaban a sus dibujos de un carácter peculiar. No reproducía grotescamente los defectos del personaje, como los demás, sino que con el menor número de trazos expresaba a la perfección la psicología del modelo. Eran caricaturas por eliminación, hechas sólo con contornos, con frías siluetas que adquieren de pronto extraña y fogosa vitalidad y humor, descubriendo los matices personales característicos.
Federico Agustí, dueño del café Castilla, encargó a Sirio las caricaturas de los famosos que pasaran por el local, para colgarlas de sus paredes. Poetas, dramaturgos, pintores, músicos, hombres de ciencia, políticos, todos pasaron por la mirada miope del artista y fueron objetivo de su agudo lápiz.
Fuente: B.N.E. Caricaturas de Sirio. La central expresa "Cómo me ven las mujeres" y "Cómo quisiera yo que me vieran". |
En el mes de septiembre del año 1929 los periódicos de Madrid hacen referencia a la exposición que, con más un centenar de caricaturas, se inauguró en el café Castilla para mantenerla de forma permanente y que contó con la asistencia de todos los caricaturizados.
Sirio fallece joven de una pleuresía que degeneró en tuberculosis en plena Guerra Civil Española, cuando ya era un artista consagrado y famoso. Sus caricaturas continuaron formando parte del alto zócalo que, para acogerlas, había sido encargado por el dueño del café en la reforma total del establecimiento que tuvo lugar en el año 1934.
Otro caricaturista pasó a ser sucesor del malogrado Sirio: Paco Ugalde (Francisco Ugalde Pardo. 1903-1978).
Fuente: ABC. Autorretrato de Paco Ugalde |
Este prolífico aragonés, vino a Madrid para trabajar en el diario ABC. Reflejó con sus más de cien mil caricaturas peculiarísimas la actualidad del teatro, del cine, de la música, del deporte. No fue cruel con sus personajes nunca. Casado con la actriz cómica Soledad Domínguez, también inauguró una exposición en el café Castilla con sus dibujos, acto que fue retransmitido en directo por Radio Nacional, en el mes de abril de 1944.
Poco tiempo después de la muerte de Federico, el dueño del café Castilla, su viuda decidió modificar el local para darle un aire más elegante y convertirlo en sala de té. Ofreció las caricaturas de Sirio y Paco Ugalde, de la exposición permanente, al Círculo de Bellas Artes de Madrid, pero el álbum de autógrafos de las personas más relevantes que durante tantos años habían pasado por el local, nunca pensó en venderlo.
Hoy en día los doscientos cincuenta dibujos de actores, autores, toreros, intelectuales, personajes pintorescos y asiduos del café Castilla, forman parte de la colección del Museo Nacional del Teatro, con sede en Almagro (Ciudad Real).
El café Castilla cerró definitivamente en el año 1964, para convertirse en una oficina bancaria. En la actualidad su local está ocupado por un restaurante que, tal vez, desconozca la historia que se vivió entre sus paredes desde el último año del siglo XIX, cuando se inauguró aquel famoso café.
Fuentes:
Hemeroteca de la B.N.E.
Hemeroteca del ABC.
Museo Nacional del Teatro de Almagro.
Heraldo.es
Memoriademadrid.es
Flickr.com
Maravilloso como siempre. Lástima una vez más que no quede nada de aquellos, ni tan siquiera un plaquita para decir...
ResponderEliminarCada día más completos los artículos, en este se nota un especial cariño hacia el local.
Un fuerte abrazo y felices vacaciones.
Gracias por tus halagos, David. Felices vacaciones para ti y a la vuelta... a comer.
ResponderEliminarUn besote.
Tanta historia perdida de Madrid por la p... especulación.
ResponderEliminarTe doy la razón, José. Un saludo.
ResponderEliminarAllí paraba Jardiel Poncela, que, como vivía prácticamente enfrente, el Café Castilla era su salita de estar o despacho auxiliar.
ResponderEliminarSí, Diego. Jardiel vivía en la calle de las Infantas, 40 y era asiduo de las tertulias del Café de Castilla.
EliminarEn la misma casa estuvo la preciosa tienda Casa Benítez cuya decoración, ya algo deteriorada, se conserva aún y precisamente pudimos grabar un vídeo, para nuestro canal de YouTube, en su última etapa, lo que fue una suerte. Te remito su dirección:
https://www.youtube.com/watch?v=OsLJJOn4-lU
Esperamos que te guste y que, de ser así, visites nuestro canal y te suscribas a él.
Muchas gracias por tu comentario y un saludo.
Hola: Acabo de ver vuestra respuesta y el vídeo, qué interesante esa tienda -congelada en el tiempo- en los bajos de Infantas 40... Gracias y enhorabuena.
ResponderEliminarGracias a ti, Diego. Nos alegra mucho que te haya gustado el vídeo y esperamos verte a menudo por nuestro canal.
EliminarMadrid guarda lugares sorprendentes.
Un saludo muy cordial.