TAPICERÍAS PEÑA, JOYERÍA ALDAO Y UN ATRACO EN LA GRAN VÍA.

Quien hoy pase por la acera de los impares de la Gran Vía de Madrid, habrá de fijarse en que varios de sus establecimientos más representativos han dejado de existir o están a punto de hacerlo. Locales cerrados, tapiados y abandonados a la espera de un futuro mejor (esperemos que manteniendo intacta su estructura original), desaparecen de esta calle que a partir de los años veinte del siglo pasado fue el lugar elegido por el comercio más refinado de Madrid. 


Foto: M.R.Giménez (2007)
Fachada de Tapicerías Peña.

En el edificio de la Gran Vía, número 15 (inicialmente avenida del Conde de Peñalver, 8) denominado “Viviendas y oficinas para el marqués de Villamayor de Santiago”, realizado por el arquitecto Juan García Cascales y concluido en el año 1921, se encuentra Tapicerías Peña o una de las tiendas que en breve colgará el cartel de cierre indefinido.

Juan Fernández Peña abrió su tienda de tapicería tras haber trabajado para los Almacenes Rodríguez de la avenida del Conde de Peñalver, número 4 (Gran Vía, 19), desaparecidos en la década de los años setenta del siglo pasado. 

La primera ubicación de Tapicerías Peña habría sido la entonces muy comercial calle del Caballero de Gracia, a espaldas de la Gran Vía, pero en el año 1928 vino a instalarse en la nueva y elegante avenida del Conde de Peñalver, junto a la ya inaugurada Joyería y platería López y Fernández (hoy Aldao), de cuyos dueños era familiar.

Fuente: Memoriademadrid.es (1920)
A la derecha se aprecia el edificio en construcción de lo que entonces era la avenida del  Conde de Peñalver, 8, junto al Oratorio del Caballero de Gracia.

La liquidación por cese del negocio de los artículos de la tienda que hasta ahora tapizaban por completo sus paredes, permite hoy contemplar uno de los locales más bonitos de la Gran Vía. 

Foto: M.R.Giménez (2013)
Interior de Tapicerías Peña, hoy en liquidación.

De alto techo sustentado por gruesas columnas recubiertas de mármol, con sencillos capiteles, el diáfano local tiene al fondo una entreplanta a la que da acceso una discreta escalera. Molduras y escocías se distribuyen por la parte superior de las altas paredes y bajo ellas las enormes estanterías ahora sin género, los mostradores de madera y los soportes donde se exponían los tapices que vendía la casa. 

Foto: M.R.Giménez (2013)
Aspecto interior de Tapicerías Peña con las molduras, columnas, capiteles y altos techos.

Lo que más llama la atención al entrar en la tienda, son las enormes hornacinas con casetones situadas a cada lado de la puerta y cuyo fondo está cubierto por espejos. La emplazada a la derecha aún mantiene el magnífico jarrón en porcelana azul de Sèvres para el que fue proyectada y que constituyó uno de los lujosos adornos de este comercio.

Foto: M.R.Giménez (2013)
Una de las hornacinas que decoran el local, realizadas para contener el precioso jarrón azul de porcelana de Sêvres.

La joyería Aldao ocupa el local contiguo a Tapicerías Peña, también en el número 15 de la Gran Vía (antes avenida del Conde de Peñalver, 8). El local mantiene una entrada trasera por la calle del Caballero de Gracia, número 7.

Foto: M.R.Giménez (2007)
Fachada de la joyería Aldao, junto a Tapicerías Peña, en la Gran Vía, número 15. 

El negocio provenía de la calle de la Sal, números del 2 al 8 y fue inaugurado en el año 1911 con el nombre de sus dueños: José López Amor y Manuel Fernández Aldao. En 1921 se instalan en la Gran Vía, nada más ser construido el edificio. Tío y sobrino abrirán la Platería y joyería López y Fernández el día 14 de marzo de ese año en la nueva vía.

Fuente: Memoriademadrid.es (1925)
Fachada de la Platería y joyería López y Ferández de la avenida del Conde de Peñalver, 8 (hoy Gran Vía, 15).

El suntuoso comercio es de estilo Luis XVI, pero amoldado prácticamente a las comodidades de la vida moderna. Los señores López y Fernández han realizado sus compras en las más acreditadas plazas del extranjero. 

Fuente: Prensahistorica.mcu.es (fotografía de la izquierda) y Hemeroteca de la B.N.E. (fotografía de la izquierda).
Dos aspectos del interior de la tienda.

La empresa mantuvo el nombre hasta el año 1931 en que ya figura como “Manuel Fernández Aldao, sucesor de López y Fernández”, por el fallecimiento de José López en el año 1930.

Entre el enorme muestrario de artículos en plata, oro, piedras preciosas y perlas, este comercio destacó por la gran variedad de copas de sport que tenía a la venta.

Fuente: Pares.mcu.es. (Guerra Civil Española)
A la izquierda, con los cierres echados, se aprecia la joyería tras uno de los muchos bombardeos que la Gran Vía sufrió.

A las 10 horas de la mañana del día 8 de mayo de 1956, un automóvil negro se detuvo delante de la puerta principal de la joyería Aldao. Dos hombres vestidos con rudimentarios uniformes militares descendieron de él y atravesaron la acera de la Gran Vía, entrando en el establecimiento cuando se estaban colocando las joyas, retiradas por la noche, dentro del escaparate de la tienda. Uno de ellos sacó del talego que portaba una metralleta y el otro extrajo un revolver de su bolsillo. 

Mientras el atracador de la metralleta ordenaba a los presentes que mantuvieran los brazos en alto y se colocaran junto a la pared, el otro procedía a robar las joyas del escaparate ayudándose de una herramienta casera y depositando su pistola sobre el mostrador, que posteriormente dejaría allí olvidada.

En un descuido la hija del propietario de la joyería consiguió escapar logrando que su padre, que se encontraba en la trastienda, se percatase del robo y saliera con su pistola a defender el negocio. En menos de un minuto los atracadores salieron con un botín valorado en 7.631.600 pesetas intercambiando tiros con Manuel Fernández Aldao, montaron en el coche negro que les esperaba y se dirigieron por la calle del Clavel hacia la calle de Alcalá. 

De inmediato la policía tomó cartas en el asunto y la prensa reflejó el suceso relatando los pormenores del atraco que, por haber sucedido en la Gran Vía, tuvo trascendencia inmediata. El acento de los atracadores era del otro lado del Atlántico y el revólver que dejaron olvidado estaba cargado con munición de calibre inferior al que le correspondía mientras que la holgura del rodillo aparecía rellena de papel de periódico. 

Cuatro días después se supo que uno de los atracadores había resultado malherido por una bala, siendo atendido por una amiga enfermera en la habitación de la pensión en que vivían. En el momento de su detención, el atracador ileso dijo a los policías: “Ustedes ganaron, nosotros hemos perdido”, entregándose sin oponer resistencia, mientras el otro era conducido al hospital. Ambos eran de nacionalidad chilena y procedentes de Argentina, pero nunca pensaron en hacer daño a nadie, solamente en “hacer plata”.

El botín fue recuperado y expuesto en el escaparate de la joyería, por donde pasó casi todo Madrid para verlo. Los asaltantes fueron juzgados en “consejo de guerra” dos meses después del atraco, imponiéndoseles la condena de veintitrés años de prisión a cada uno. La enfermera y amiga española que había tratado de curar al herido, fue absuelta. 

Dos años después de ingresar en el penal del Puerto de Santa María (Cádiz), los atracadores escaparon del recinto con otros dos presos, siendo abatidos por la Guardia Civil en su fuga. 

La recreación de este atraco ha sido llevada al cine por el director Eduard Cortés en la película “¡Atraco!” (2012), aunque se trata de una historia de ficción.

Un año después del atraco la joyería Aldao remodela su local, reabriendo en el mes de mayo de 1957 con la decoración que mantiene en la actualidad.





Fuentes:
Hemeroteca B.N.E.
Hemeroteca ABC
Granvia.esmadrid.com
Memoriademadrid.es
Pares.mcu.es

Los antiguos cafés de Madrid quieren agradecer especialmente la amabilidad y atención prestada por Jesús Casariego Lourenzo de Tapicerías Peña, quien facilitó el acceso y las fotografías realizadas para este blog, tanto en su establecimiento como en la joyería Aldao.

Comentarios

  1. Muchas gracias por el blog. La verdad es que no puedo decir que lo abra con demasiada regularidad, pero disfruto mucho cada vez que leo las entradas, y comprendo que debe de llevar su tiempo y su esfuerzo reunir todos esos datos.

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    1. Aquí te espero, cuando quieras entrar y leer estos trabajos. Eres muy amable, Álvaro y me alegro de que te guste lo que publico.
      Un saludo.

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  2. Que lástima de calle.
    Como dice Elvira Lindo en su articulo de El Pais, se ha convertido en el escaparate de las franquicias y del horterismo global (esto es mío).
    La tienda es espectacular. Las joyas que debe haber ocultas en esa calle deben ser tremendas.

    Antoñito I El Maligno

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  3. Según dicen los dueños de las tiendas, su estructura y decoración no pueden cambiar al poner un nuevo negocio. Los locales de Tapicerías Peña y de Aldao son magníficos, pero viendo lo que han hecho con el de Samaral y otros, dudo mucho que consigan sobrevivir a los metacrilatos y al color naranja fosforito.
    Besetes, Maligno.

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