EL CAFÉ SPIEDUM Y LOS ALMACENES QUIRÓS DE LA GRAN VÍA.
Corría el año 1923 cuando el arquitecto Antonio Palacios Ramilo ponía fin al edificio comercial llamado Casa Matesanz, en el número 5 de la avenida de Pi y Margall, situado en el por entonces segundo tramo de la Gran Vía de Madrid. La esquina de este inmueble con la calle de la Salud fue convertida en uno de los más novedosos y conocidos cafés de la moderna Gran Vía, que además sería rotisserie, cervecería, sala de billares y “restaurant”: El café Spiedum.
Foto: M.R.Giménez (2013) La Casa Matesanz de la Gran Vía, 27. |
El café Spiedum fue inaugurado el día 25 de febrero de 1924 y su dueño, Enrique del Rey, no dudó en invitar a toda la prensa de Madrid para presentarlo. Del acontecimiento se escribió que en el Spiedum todo es distinguido, selecto, elegante y grato, describiendo a su propietario como semejante a un rico prócer británico.
El Spiedum tomaba su nombre del aparato que en América se usa para asar carnes y aves, según explicaba el dueño del café (spiedo o espiedo es la técnica que permite cocinar los alimentos haciéndolos girar junto a una fuente de calor). El aparato, innovador en Madrid, en un principio iba a ser instalado dentro de un escaparate a la vista del público, pero fue imposible debido a que el edificio estaba concebido para uso comercial y carecía de las suficientes salidas de humos. Fue así como el spiedum de varillas niqueladas y con capacidad para 20 pollos que giraban automáticamente alrededor de un hornillo donde arden leños de encina, tuvo que trasladarse a las cocinas del restaurante.
Fuente: B.N.E. (1924) Escalera de acceso a la cervecería y al restaurante, a la izquierda. Un rincón del restaurante, a la derecha. |
El café estaba decorado al estilo inglés antiguo, según proyecto de “Echeverría y Rafecas”; de sus altos techos pendían lámparas de bronce al gusto holandés y completaba su iluminación con seis anchurosos ventanales. Desde el salón del café una pequeña escalera conducía a la zona destinada a restaurante, cervecería, marisquería y degustación de la especialidad “pollos al spiedum”. Sus paredes se habían pintado en vivos colores con tendencia al arte cromático japonés.
La oferta se completaba con la gran sala de billar que llegó a tener hasta treinta mesas, desde las de match a las más corrientes y también seis del modelo Brumswich, todas ellas dotadas de aparatos taxímetros y otros adelantos. Asimismo los veladores de su terraza en plena Gran Vía, llegaron a ser de los más solicitados por la clientela.
En el mes de diciembre de 1929, el nuevo dueño del café Spiedum convierte el salón en un lugar de intimidad y arte, dando paso a conciertos de música con el “Trío Vela” formado por Telmo Vela de la Fuente, Joaquín Fuster y Barend Bos. En el “restorant” del Spiedum no se paraba de homenajear con banquetes, tan de moda entonces, tanto al mundo intelectual como al de las artes escénicas.
El día 22 de diciembre de 1930 cae el cuarto premio de la Lotería Nacional en el Spiedum; el cerillero había vendido participaciones a los parroquianos y, entre ellos, un joven francés que llevaba un año en Madrid aprendiendo español, fue agraciado con cincuenta mil pesetas.
En el mes de julio de 1932 el café Spiedum anuncia la venta de todos sus enseres y cierra el negocio. Poco después, y por reducido tiempo, sería convertido en el café Apolo y en su planta baja se instalaría una sala de fiestas que terminó siendo un baile-taxi (salón en donde se bailaba abonando una cantidad fija de dinero a la pareja).
Foto: M.R.Giménez (2012) Aspecto actual de lo que fue el café Spiedum y luego café Apolo. |
Un nuevo negocio abriría en el local de la Gran Vía, número 27 durante los primeros días del mes de febrero de 1934. Los Almacenes Quirós.
Fuente: B.N.E. (1934) Almacenes Quirós. |
Almacenes Quirós ya tenía sucursales en la calle del Conde de Romanones, donde se inició en el año 1893 y en la calle de Preciados, cuando se decide a instalar un nuevo comercio en la Gran Vía, eligiendo el local que dejó vacante el café Spiedum.
La fachada de Quirós aprovecharía los huecos de los escaparates del antiguo café, dividiéndolos en un par de alturas y dejando la puerta de acceso en la misma esquina de la Gran Vía con la calle de la Salud.
Dos años después de su inauguración, la Guerra Civil Española causa estragos en el edificio, pero la venta continuó.
Fuente: Pares.mcu.es (Recorte de la fotografía original) La Casa Matesanz con los Almacenes Quirós, durante la Guerra Civil Española. |
La empresa, que fue abandonada por la dirección, sería incautada y gestionada por la Asociación Colectiva de Trabajo de Almacenes Quirós, constituida por cuatrocientos trabajadores. En ella se confeccionaría vestuario para el ejército de la República.
Fuente: B.N.E. (1937) Talleres de confección y planchado con trabajadoras de la Asociación Colectiva. |
Completamente reformada abre hoy sus puertas la nueva Central Quirós, decía la prensa del día 10 de octubre de 1946, anunciando la transformación de los almacenes llevada a cabo por los arquitectos Fernando García Mercadal y Ramón Aníbal Álvarez.
Fuente: Memoriademadrid.es (Reportaje de 1950) Fachada de los Almacenes Quirós tras la remodelación del año 1946. |
La magnífica adaptación del viejo café estuvo a la altura de los comercios que entonces se instalaban en la Gran Vía de Madrid. Lujo aparente, buenos materiales, decoración de tono moderno dentro de un carácter clásico que revistió los techos con casetones de escayola, convirtieron las dos plantas y los escaparates de Quirós en uno de los establecimientos más conocidos del Madrid de la posguerra.
Fuente: Memoriademadrid.es (Reportaje de 1950). Interior de los Almacenes Quirós tras la remodelación del año 1946. |
El final de la década de los años sesenta quiso dar otro aire de modernidad a la Gran Vía y convierte los Almacenes Quirós en un centro diferente. La familia propietaria del centenario negocio decide entonces renombrarlo con la marca del sistema para la confección a medida que ya comenzó a utilizar durante los años cuarenta del siglo pasado. Quirós dejaría paso al nuevo nombre de la tienda, hoy grupo de empresas, y se llevaría por delante la suntuosa decoración de las escaleras, las columnas, los casetones del techo y la hermosa araña de cristal.
Fuentes:
Hemeroteca B.N.E.
Hemeroteca ABC.
Memoriademadrid.es
Pares.mcu.es
Es.wikipedia.org
Que pena que con el acicate de una modernismo mal entendido desaparecieran esos comercios , tradicionales que en otros países europeos se conserva y son nuestra envidia.
ResponderEliminarPensamos de la misma manera, María Rosa. Parece que desde la segunda mitad del siglo XX hay quien desea enterrar la historia de Madrid y, para que no se conozca, elimina edificios singulares o históricos, tiendas y sobre todo cafés, que fueron centro de tertulia y de intercambio de ideas de todo tipo.
ResponderEliminarNo nos queda más que averiguar sus historias y contarlas.
Un saludo muy afectuoso.
Mi madre trabajó en los talleres Quirós. Era pantalonera. Y muy buena
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