ZAHARA, EL CAFÉ MODERNO.
A finales del año 1926 estaba próximo a inaugurarse el Palacio Comercial de la avenida de Pi y Margall, número 9 (hoy Gran Vía, 31), de Madrid. El edificio, proyectado por el arquitecto José Miguel de la Quadra-Salcedo Arrieta-Mascarua y pensado para uso exclusivamente comercial, albergaría en su esquina con la calle de Mesonero Romanos el Café Zahara.
Fotografía: M.R.Giménez (2010) Marquesina de lo que fue el café Zahara de la Gran Vía, esquina a la calle de Mesonero Romanos. |
El Gran Café Zahara fue inaugurado el día 10 de abril de 1930. Propiedad de la Sociedad de Cafés y Cervecerías, fue diseñado inicialmente por los arquitectos: Secundino de Zuazo Ugalde, Martín Domínguez Esteban y Carlos Arniches Moltó (hijo del dramaturgo), como café, salón de té y cervecería.
Fuente: Memoriademadrid.es (1930) Fachada del café Zahara cuando fue inaugurado. |
El Zahara se autodefinía como un café moderno, su decoración era sencilla y suntuosa, a la vez, en una mezcla algo extraña entre el bar americano, tan de moda entonces, y una jaima del desierto.
Su estilo racionalista, de moda en el periodo de entreguerras, organizaba el espacio simétrica y dinámicamente utilizando formas geométricas simples y colores para diferenciar los espacios, que servían a la vez como decoración.
Fuente: Memoriademadrid.es (1930) Salón de té. Un falso cactus y la tela del techo recuerdan al desierto. |
El local se había dividido en distintos ambientes que comenzaban en un porche amplio, acogedor, donde se hallan instaladas mesas y sillas de mimbre. Sus grandes ventanales lo iluminaban con la luz de la calle y sobre ellos había una repisa en la que se habían colocado infinidad de tiestos de forma cónica que contenían todo tipo de plantas crasas.
Fuente: Memoriademadrid.es (1930) El porche luminoso, con muebles de mimbre y las plantas sobre los ventanales. |
Todo el local estaba pintado en tonos suaves y poseía una hábil disposición de luces indirectas, atenuadas por cuadros de planchas de cristal opaco. Tanto las lámparas de la fachada exterior como las de las paredes interiores estaban formadas por pequeños triedros de cristal blanco que hacían más acogedor el ambiente.
Lo novedoso, en cuanto a la disposición del local, era un gran pasillo que dividía sus tres salones principales y facilitaba tanto el acceso a las mesas como el tránsito de los camareros y las comandas. Este espacio se enmarcaba con unas robustas columnas pintadas en tonos oscuros, brillantes y pulidos, que sostenían un techo con forma de bóveda de cañón.
Fuente: Memoriademadrid.es (1930) |
En cuanto a las innovaciones tecnológicas, el café Zahara anunciaba reiteradamente tener siempre una atmósfera limpia gracias a sus potentes máquinas de impulsión y extracción de aire. La renovación del ambiente se hacía ocho veces diarias gracias a unos aspiradores que absorbían el aire viciado, purificándolo mediante filtros de carbón. La moderna maquinaria utilizada permitía calentar el espacio en invierno y refrigerarlo durante el verano.
Su cocina también aplicaba las innovaciones del momento. En ella todo se fabrica mecánicamente. Contaba con tostador de café, fábrica de hielo y un aparato para la esterilización de la vajilla y los demás utensilios.
Sin duda lo más espectacular del café Zahara era su equipo reproductor eléctrico de discos gramofónicos. El aparato de control estaba compuesto por amplificadores, filtros, motores para discos y una serie de llaves para el control de señales luminosas hallándose instalado en una cabina desde la que podían pronunciarse conferencias, tan solo aplicando al aparato un micrófono.
La instalación se completaba con treinta altavoces de bocina, estrategicamente situados y bien disimulados, perfectamente empotrados en la pared a una distancia determinada y recubiertos de una rejilla. De esta forma el sonido se propagaba por igual en todos los salones.
Dos meses después de su inauguración, el día 2 de junio de 1930, los clientes del Zahara pudieron escuchar un importante partido de futbol celebrado en Barcelona, que sería radiado en directo desde este café. Además, la noche del 24 de noviembre de 1932, se transmitió la función de despedida del por entonces famoso barítono Emilio Sagi Barba.
El Zahara también tuvo música en directo. En noviembre de 1933 la Orquesta Rusa de Balalaikas haría furor al repetir durante varios meses sus actuaciones y un año después triunfarían también los conciertos clásicos de la Orquesta Ibarra.
Quizá el espacio más singular del Zahara lo constituía el American bar Miami, anejo al café y según parece mayoritariamente visitado por extranjeros y turistas.
La moda de los bares americanos había llegado a Madrid al principio de los años 20 del siglo pasado y en el moderno café Zahara, no podía faltar. Así se habilitó el bar americano Miami, dotado de grandes y luminosos ventanales a la calle.
Su decoración sencilla y funcional había cambiado los divanes de los viejos cafés por tresillos y sillones con tapicería de dibujos geométricos simples, acompañados de mesas bajas con estructura metálica. Una barra semicircular, con taburetes altos, encajada en una bóveda de cuarto de esfera y una gran viga en forma de palmera, completaban la ornamentación del recinto en el que se podían degustar sus famosos cócteles.
Es muy posible que durante la Guerra Civil Española el café Zahara sufriera numerosos desperfectos, al igual que todos los establecimientos y viviendas de la Gran Vía de Madrid (que fue conocida por el nombre de avenida del Quince y Medio, por el calibre de los obuses con que el ejército fascista bombardeaba la zona). Así, el día 31 de octubre de 1940, se anuncia su reapertura y dos años después reanuda sus conciertos en directo con la Orquesta K.D.T.
Fueron numerosas las reformas que se acometieron en el café Zahara, a lo largo de su historia.
Durante los años cincuenta, del siglo pasado, el café había perdido su decoración original y se había convertido en un anodino lugar iluminado por tubos de luz fluorescente de tonos rosados. Sus paredes habían sido pintadas en color crema y sus muebles de diseño racionalista habían dejado paso a sofás alargados que reposaban contra la pared. Aún así, seguía manteniendo una fiel clientela de tertulianos: Pintores, escultores, poetas y poetisas, dramaturgos y gentes de teatro.
En la década de los años setenta el Zahara volvió a renovarse y se convirtió en una cafetería acorde con los tiempos. El local se transformó por completo haciéndose más diáfano y agrandando su fachada de la calle de Chinchilla. Posteriormente, cuando internet comenzó a ser imprescindible, se habilitó también un moderno cibercafé en una de sus salas de la planta superior.
El día 31 de enero de 2010, el café Zahara cerró sus puertas. Parece que los altos alquileres del local imposibilitaron continuar con el negocio.
Fotografía: M.R.Giménez (2012) Gran Vía, 31 esquina a la calle de Mesonero Romanos, en la actualidad. Ya no existe el café Zahara ni la lotería de Doña Manolita, que estaba junto a él. |
Hoy es una tienda dedicada a la venta de ropa, como tantas otras de la Gran Vía de Madrid.
Fuentes:
Hemeroteca B.N.E.
Hemeroteca ABC.
Memoriademadrid.es
Base de datos del Colegio
Oficial de Arquitectos de Madrid.
Es.wikipedia.org
Los Antiguos Cafés de Madrid
agradecen muy especialmente la colaboración del profesor Fernando Moreno Sanz para la realización de esta entrada.
Me dio mucha pena cuando lo cerraron, porque supuso la desparición de los pocos locales "de toda la vida" que resistían. Con los alquileres que pedía la propiedad sólo una cadena de ropa podía alquilarlo, convirtiendo esa acera y la de enfrente de la Gran Vía en un centro comercial al aire libre ( todos las tiendas son siempre las mismas allá donde vayas)
ResponderEliminarGran Via, hoy día, es una calle muy vulgar, en cuanto a comercio y restauración se refiere. Su encanto, ha desaparecido
EliminarLa Gran Vía hoy es una calle con los mismos negocios de otras tantas capitales europeas. Pero sólo hay que conocer la historia de los edificios que la forman, para darse cuenta de que mantiene mucho de la esencia de lo que fue.
EliminarGracias por tu comentario.
Entiendo que una ciudad tiene que modernizarse, pero conservando lo bonito y su historia. En la Gran Vía aún queda algún comercio con más de cincuenta años. ¡Veremos lo que dura!.
ResponderEliminarTambién me dio pena lo del Zahara, al igual que el cierre de tantos comercios de la zona del centro de Madrid que han desaparecido en la última década. Todo ello se debe a la ignorancia de los que componen el ayuntamiento, sin duda, y creo que lo de los altos alquileres es la escusa para tratar de hacernos olvidar la historia de Madrid.
Gracias como siempre, María Rosa, por leer el blog y por tus comentarios.
Salud.