EL CAFÉ DE QUEVEDO.
En la década de los años ochenta del siglo XIX, cuando la glorieta de Quevedo de Madrid estaba rodeada por las calles de La Habana (hoy Eloy Gonzalo), Navas de Tolosa (hoy prolongación de San Bernardo), Real (hoy prolongación de Fuencarral), en lo que aún no se llamaba distrito de Chamberí, vino a establecerse el Café de Quevedo en el número 2 de esta plaza (hoy nº 9).
Fuente: Ricardo Márquez - Historias-matritenses.blogspot.com Glorieta de Quevedo en las primeras décadas del siglo XX. A la derecha, con fachada blanca, el Café de Quevedo. |
Sin ninguna duda puede afirmarse que este de Quevedo era un café de barrio, de uno peculiar como lo era entonces Chamberí porque aún se estaba conformando. Eran tiempos en los que el hoy distrito de Tetuán (de las Victorias) ni siquiera pertenecía a Madrid, ya que fue un municipio independiente de la capital hasta el año 1948.
Fuente: Bibliotecavirtualdemadrid.org. Plano de Madrid de José Pilar Morales (1880). La glorieta de Quevedo aparece rodeada por las calles de La Habana, Real y Navas de Tolosa. |
El originario Café de Quevedo era propiedad de Manuel Fernández Cipriano, tenía salón de billar y en él se reunían con asiduidad los miembros del Partido Republicano Progresista de Manuel Ruiz Zorrilla, pertenecientes al distrito del Hospicio. Se ubicaba en la esquina de la glorieta de Quevedo con la entonces calle de La Habana, cuya denominación cambiaría por la de Eloy Gonzalo en el año 1899, tras la pérdida de las últimas colonias de ultramar.
Fuente: Prensahistorica.mcu.es (1914) Interior del Café de Quevedo. |
La prensa informa de la tormenta de piedra única en su clase que cayó sobre Madrid la tarde/noche del día 9 de junio de 1899 y que fue seguida de un fuerte aguacero. Las inundaciones afectaron desde el Hipódromo (hoy Nuevos Ministerios) hasta la Estación del Mediodía (Atocha), arrastrando a su paso todo lo que se encontraba en el camino. Piedras, árboles, quioscos, carruajes y sus animales, fueron arrasados por el agua que reventaba cañerías incrementando el caudal. El granizo, con piedras del tamaño de un huevo gordo de gallina, ocasionó numerosas lesiones a quienes se encontraban en la calle y rompió todos los cristales de los patios cubiertos en hoteles, pasajes, palacios y palacetes.
Todo ello no impidió al nuevo dueño José Álvarez, propietario también del Café de San Luis, inaugurar con éxito en esa misma noche tormentosa su nuevo Café de Quevedo e invitar a toda la prensa.
En el Quevedo recién estrenado, café bien situado en el barrio de Chamberí en cuyos límites está enclavado, continuaron celebrándose banquetes de los republicanos cada 11 de febrero (aniversario de la proclamación de la I República Española). Tres años después de esta apertura Álvarez decidió dar un nuevo ambiente a su negocio y encargó al pintor Antonio Candela la restauración del local con gusto y sencillez, en cuya decoración predominarían los elegantes colores blanco y oro. También la música tendría protagonismo en este nuevo café con los conciertos de piano y bandurria a cargo de los maestros Mariano Vázquez y Vicente Belloch.
Fuente: Prensahistorica.mcu.es (1914) Interior del Café de Quevedo con su piano de cola. |
Un luctuoso suceso tendría lugar en el café de Quevedo el día 13 de diciembre de 1913. Bajo el epígrafe “Crimen por ochenta céntimos”, los periódicos informaron sobre la disputa entre dos camareros que, tras cobrar el importe de las partidas de billar a un grupo de parroquianos, comenzaron a discutir sobre el reparto de la propina de 0,80 pesetas que aquellos habían dejado. Lo que empezó como discusión terminó con una puñalada gravísima en el vientre. A los ayes del herido acudió presuroso un guardia que junto a un cochero trasladaron al herido al Hospital de la Princesa. El juez se personó en la clínica para tomar declaración al herido y éste no pudo hacerlo porque su estado era de una gravedad extrema. Sólo pudo puntualizar quién era su agresor, por medio de señas. El atacante fue conducido al Juzgado de Guardia.
Fuente: B.N.E. (1914) |
Una vieja reivindicación laboral de todos los camareros de café fue la supresión de las propinas y el Café de Quevedo fue el primero de Madrid en implantar esta norma. Los camareros, que hasta el año 1921 debían correr con los gastos de las roturas del utillaje, además de cobrar el mismo jornal al trabajar durante el día o la noche y pagar a sus ayudantes, si los tuvieran, reclamaban un salario digno y fijo desestimando la aleatoria propina, cantidad que los dueños de los negocios contaban como salario. Con la amenaza de una huelga que dejaría sin servicio a los cafés, la consecución de este derecho tardaría mucho en conseguirse.
Los últimos anuncios en prensa del Café de Quevedo datan del año 1936, cuando ya se había convertido en un café-bar. La casa donde se ubicó fue demolida y en su lugar se construyó un enorme edificio que cuenta con un negocio de restauración en la misma esquina donde estuvo el Quevedo.
En la actualidad es poco lo que coexistió con este café y aún perdura en esta glorieta de Quevedo. Su número 1 alberga la casa de Francisco González Castellanos, en el 5 se halla el edificio donde estuvo el estudio del escultor Mateo Inurria y junto a éste, en el número 6, una casa de viviendas del arquitecto Antonio Palacios Ramilo. También sigue en pie, en la calle Eloy Gonzalo, el Instituto Homeopático y Hospital de San José. La estatua de Francisco de Quevedo (1902) que hoy se sitúa en medio de la plaza es obra del escultor Agustín Querol Subirats y no fue instalada en esta ubicación hasta el año 1963.
Fuentes:
Hemeroteca de la B.N.E.
Bibliotecavirtualdemadrid.org
Prensahistorica.mcu.es
Es.wikipedia.org
“Las calles de Madrid” Pedro
de Répide
Colegio Oficial de
Arquitectos de Madrid.
Historias-matritenses.blogspot.com
y agradecimiento muy especial a Ricardo
Márquez, creador de dicho blog.
Muyyyyy bueno.... gracias por citarme, no era necesario. Un beso
ResponderEliminarLa cita es obligatoria y necesaria porque sin tu fotografía habría sido complicado hacer esta entrada.
ResponderEliminarMuchas gracias a ti y un beso-abrazo.
En el 36 lo compro mi abuelo Sr.Alfonso Prieto y lo vendio a principios de los 70
ResponderEliminarGracias por tu información. Ya me hubiese gustado tomar un café en el Quevedo.
ResponderEliminarMejor una horchata ya que era de lo mejor,yo soy nieta de Alfonso prieto y era un café de lo mejor, gracias por dar información de el café Quevedo
EliminarGracias a ti.
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Un cordial saludo.