CAFÉ DE NUMANCIA – CAFÉ DE LA MAGDALENA.
La antigua calle de la
Magdalena, que aún conserva recias construcciones palaciegas del
siglo XVIII, siempre fue comercial y bullanguera. En ella estuvo el
famoso Teatro de Variedades desde el año 1843 (reconstruido en
1849), que fue uno de los de más honrosa historia y simpática
popularidad de Madrid hasta ser
consumido por un pavoroso incendio sin víctimas en el mes de enero
de 1888.
Fuente: madrid.org (1850). El Teatro de Variedades, durante una representación. |
Como
toda calle popular, esta de la Magdalena contaría en su número 30
(hoy nº 28) con un famoso café allí instalado desde el año 1880,
por entonces propiedad de Lorenzo Ortiz. El
Café de Numancia, uno de
los más longevos de Madrid, pasaría con el tiempo a tener otros
nombres y a dedicar sus representaciones a distintos géneros
musicales.
Fuente: hemerotecadigital.bne.es (1899). Anuncio del Café de Numancia, convocando a una reunión. |
El Numancia fue un café de reuniones y musical desde el principio. Contaba con un virtuoso pianista, que primero iba para médico y resultó músico de talento, llamado Federico Chueca, quien por cinco pesetas diarias y una cena acompañaba por las noches a las artistas allí contratadas.
También
café de cante flamenco, a la moda de aquellos años, el Numancia
sería de los primeros en obsequiar a sus parroquianos
con un billete de una rifa de un objeto artístico, que
se entregaría al que coincidiese con el premio gordo de la Lotería
Nacional. Un jovencísimo Pablo Ruiz Picasso, vecino de Lavapiés
durante el curso de 1897-1898 de la Real Academia de San Fernando,
también se contaba entre los clientes de este café.
En
el año 1891, después de cuatro meses de reforma, volvió a abrir el
Café Numancia habiendo
realizado muchas mejoras. Espejos, aparatos eléctricos y una
espléndida colección de marinas, realizadas por el pintor Adolfo
Giráldez Peñalver, sería la elogiada decoración de este café de
barrio. No fue el último arreglo del local porque en el año 1901,
bajo la dirección del joven decorador Manuel Fernández, el nuevo
dueño del Numancia,
Wenceslao Pérez,
volvería a inaugurar este café sencillo y elegante
con una cena ofrecida a la prensa, acompañada de un espléndido
concierto de guitarras y bandurrias.
En
los primeros años del siglo XX este café volvería a cambiar de
dueño y de nombre, titulándose Café
de la Magdalena.
Fuente: hemerotecadigital.bne.es (1907). Anuncio del recien inaugurado Café de la Magdalena. |
Propiedad de Luis
González desde 1907, sus salones y sala de billar fueron decorados
con un gusto más moderno. De él desaparecerían los espejos,
aparatos eléctricos y las marinas que Adolfo Giráldez había
pintado para el antiguo Café de Numancia. En su propaganda se
anunciaban grandes estancias para fiestas, bodas y banquetes. Lo
único que parecía perdurar de su antecesor era la “vicaría” o
salón para citas, que tenía su entrada por la trasera calle de la
Cabeza, número 33.
Como
curiosidad, en el año 1908 el dueño del café tuvo que denunciar en
el Juzgado de Guardia a tres parroquianos que tenían la
costumbre de llevarse todas las noches la silla donde tomaban
asiento, llegando a reunir más
de treinta.
Fuente: madrid.org (años veinte del siglo anterior). Albert Ziegler pintó esta escena, que quizá pudo haber sido en el Café de la Magdalena. |
El
Café de la Magdalena se
convertiría en uno de los más famosos cafés de cante de Madrid,
contratando a quienes después serían grandes figuras del flamenco.
Éste fue el caso de Juan Sánchez Valencia “Estampío”, que
llegaría a ser muy conocido por
su baile del “Picador”. Bailaores como Salud Rodríguez “La
hija del Ciego” o Vicente Escudero, a quien Manuel de Falla encargó
la coreografía de “El amor brujo” y el prestigioso cantaor
Antonio Chacón, también actuaron en este café.
Sobre
el año 1919 el nuevo propietario del local era Antonio Toledano. El
género flamenco empezaría a combinarse con las varietés y el cuplé
en los espectáculos de viejo café, al que cambiaron su nombre por
el de Kursaal de la
Magdalena.
Cincuenta céntimos (de
peseta) deban derecho a la entrada a este establecimiento de
atmósfera cargada. Mesas, bancos de madera y pequeños palcos se
situaban en torno a la sala. En el fondo un pequeño bar, una tarima
que hacía de escenario y a su derecha una cortina que ocultaba la
puerta de los retretes. Para la decoración de las paredes de algunas
zonas se habían utilizado cabezas de toros y variados carteles.
Se
llegó a decir que el Kursaal
de la Magdalena era
la basílica
metropolitana del culto flamenco ya
que, entre otros muchos artistas famosos en ese arte, allí actuaría
Francisco Mendoza Ríos “Faíco”, al que se atribuye la creación
del baile por farruca.
Fuente: hemerotecadigital.bne.es (1921). Anuncio de las actuaciones del Kursaal de la Magdalena, con el bailaor "Faíco". |
El
día 8 de mayo de 1930 el viejo café de cante se convirtió en
cabaret. Su dueño, que seguía siendo Antonio Toledano, lo volvió a
inaugurar con el nombre de Trianón
Sevilla, maravilloso rincón andaluz,
con
el precio de la entrada a una peseta.
Sin
duda, para conservar el viejo ambiente, el Trianón
también
ofertaba
en sus espectáculos un cuadro flamenco, pero a la vez y sobre todo
sus funciones eran de variedades venidas a menos. Se mantenían los
palcos del viejo café, pero el local había sido reformado. En su
escenario imperaba la frivolidad de
mujeres fatales
artistas
de menor categoría, anunciadas, en un largo programa
en la puerta, como cupletistas y bailarinas. Su
jornada comenzaba
a primera hora de la tarde y terminaba a última hora de la
madrugada. Cantaban y bailaban en el pequeño escenario, luego
alternaban en las mesas y de ellas retornaban al tablao. Los
espectadores venían e iban mientras ellas continuaban en el reducido
local hora tras hora, copa tras copa, para salir de madrugada, con
los pies heridos de bailar y la garganta deshecha de beber.
Fuente: hemerotecadigital.bne.es (1934). Ambiente del interior del Trianón Sevilla. |
Muchos
clientes iban al Trianón Sevilla para
ver en persona al que fue campeón de Europa en peso pluma, Antonio
Ruiz. El exboxeador, de suerte adversa, era el portero del local a su
pesar.
Fuente: hemerotecadigital.bne.es (1934). El exboxeador Antonio Ruiz, corta la entrada de un cliente en la puerta del Trianón Sevilla. |
La historia de este local
se pierde casi al final de la Guerra Civil Española (1936-1939),
años durante los que mantuvo su actividad como tantos otros
negocios.
Fuentes:
hemerotecadigital.bne.es
“Los cafés cantantes
de Madrid 1846-1936”. José Blas Vega.
madrid.org
Comentarios
Publicar un comentario