BAR CHICOTE

En la Gran Vía de Madrid, desde los años veinte del siglo pasado, comenzaron a proliferar los bares americanos (Pidoux, Broadway, Nautic-Bar) aportando nuevas bebidas a las ya clásicas, así como un moderno y elegante diseño a sus locales.

De todos aquellos establecimientos tan solo uno ha perdurado en el tiempo y aún continúa, el Bar Chicote.


Fuente: memoriademadrid.es (1931).

El hoy número 12 de la Gran Vía fue un edificio encargado por la Sociedad Inmobiliaria de la Villa de Madrid al arquitecto Eduardo Reynals Toledo. El proyecto se realizó conjuntamente y a semejanza del situado en el número 14, que en la actualidad presenta sustanciales diferencias estéticas con su gemelo. Ambos fueron destinados a contener lujosas viviendas, con locales comerciales en su planta baja, siendo inaugurados en el año 1915.

Curiosamente, uno de los primeros negocios en hacer su aparición en este nuevo y soberbio edificio (entonces señalado con el número 15 de la avenida del Conde de Peñalver o primer tramo de la Gran Vía) fue el de la Unión de Empresarios de Pompas Fúnebres S.A. cuyo toldo lucía el rótulo “Coronas, pompas fúnebres, lápidas” en su faldón. Esta empresa cambiaría de ubicación en el año 1925, trasladándose a la calle del Arenal, número 4.

El local albergaría a varios comercios desde entonces, siendo adquirido por el ya acreditado barman Pedro Chicote en el año 1931.


Fotografía de Otto Wunderlich. mcu.es (1925). A la izquierda se aprecia el toldo de la funeraria, donde luego se instalaría el Bar Chicote.

Diseñado por el arquitecto Luis Gutiérrez Soto, el Bar Chicote fue inaugurado aproximadamente el día 29 de septiembre de 1931. Su decoración racionalista aprovechó al máximo el espacio de un local que cuenta con cuatro pilares demasiado cercanos en uno de sus extremos, convirtiéndolos en parte de la decoración.

Su sencilla fachada, con la entrada flanqueada por grandes ventanales, da acceso a dos ambientes distintos: el vestíbulo y el salón donde se sitúa la barra del bar. Ambos espacios fueron iluminados con luz indirecta.

Una puerta giratoria introduce en el vestíbulo o primera estancia del bar, que en el año 1931 estaba decorado en tonos amarillos. Su sencillo y cómodo mobiliario se componía entonces de un banco corrido que, a modo de diván, bordeaba las paredes y marcaba los distintos asientos mediante mullidos cojines en el respaldo. Las pequeñas mesas y los cómodos sillones individuales de tubo de acero, diseñados por el propio arquitecto y encargados a la casa Rolaco, componían el moblaje de esta primera zona del establecimiento.

En las paredes laterales el pintor Hipólito Hidalgo de Caviedes había realizado dos murales, a semejanza de ventanas con recogidas cortinas. Este artista también colaboraría en la decoración del cercano Café Lion y su BallenaAlegre (1931) o del bar americano del edificio Capitol (1933).  


Fuente: memoriademadrid.es (1931). Vestíbulo del Bar Chicote cuando fue inaugurado. En sus paredes se aprecian los desaparecidos murales de Hipólito Hidalgo de Caviedes.

Una pared cubierta de espejos, frente a la puerta de entrada, reflejaba la luz procedente de la calle, dando acceso al segundo ambiente del bar.

El salón del Chicote es un espacio alargado, semejante a lo que fue cuando el bar se inauguró. Aquí continúan el mostrador y sus taburetes, insertando a la perfección los cuatro pilares del local forrados con espejos. Veladores y los primitivos sillones de Rolaco, diseñados por Gutiérrez Soto, ocupan ahora su parte central mientras que, situados a la derecha, se mantienen los antiguos y curvados asientos de rinconera.

Maderas de roble y ébano negro conformaban los elegantes muebles de este local que, tras más de noventa años, han llegado hasta nosotros en su mayoría.


Fuente: memoriademadrid.es. A la izquierda el salón del Bar Chicote (1931), con su famoso reloj sin números. A la derecha -fotografía M.R.Giménez-, el mismo salón en la actualidad. Los pilares de su mostrador continúan cubiertos por espejos.

Los curiosos asientos, a modo de rincones en curva situados en hilera junto a la pared, incluyen una curiosidad: sobre el respaldo de sus asientos, dos pequeños huecos rectangulares y forrados de espejos, servían como retrovisores para mirar con disimulo el ambiente o a alguien en particular que se encontrara en la sala.

Cuando el Bar Chicote fue inaugurado estos espejos eran de mayor tamaño y ocupaban más espacio que los actuales, pero, en la madrugada del día 31 de julio de 1932, un pavoroso incendio destruyó mobiliario, paredes y enseres del local llevándose consigo los murales pintados por Hidalgo de Caviedes, que nunca más volvieron, así como el artístico reloj luminoso y sin cifras en las horas -cuya finalidad era que la gente pudiera equivocarse si querían permanecer más tiempo en el bar -.

Cuarenta y ocho horas después del siniestro Chicote volvería a abrir su negocio, deleitando a sus clientes con los famosos cocktails: cobblers (con frutas de temporada), coolers (con poco alcohol), daisyes (con clara de huevo y zumo de naranja), juleps (con hierbabuena), pousse-cafés (compuesto por varios licores formando capas) y muchos más.


Fuente: hemerotecadigital.bne.es (1935). Pedro Chicote sonriente tras la barra de su bar, junto a sus cocteleras.

Entre cóctel y cóctel Pedro Chicote iba coleccionando peculiares botellas de licores, compradas o enviadas desde todos los países del mundo, que iría depositando en el sótano de su local.

Veinte mil unidades formaban el que tuvo por nombre Museo Universal de Bebidas Pedro Chicote, inaugurado oficialmente en el año 1947, cuyo acceso no estaba disponible más que para las visitas más reputadas.


Fotografía: Diego González Ragel. madrid.org. (1940). Entrada al desaparecido Museo Universal de Bebidas de Pedro Chicote.

Los años cuarenta del siglo pasado fueron tiempos duros de posguerra y carencias de todo tipo. El estraperlo estaba a la orden del día ya que muchos de los productos básicos escaseaban y el comercio ilegal era la única forma de conseguirlos, siempre a precio de oro. Todo Madrid sabía que en el Bar Chicote se podía adquirir penicilina, aquel antibiótico para el tratamiento de infecciones tan abundantes en aquellos momentos. Este sórdido episodio fue negado sistemáticamente por el dueño del local.

Tras el fallecimiento del barman Perico Chicote, en el año 1977, el local y su museo de bebidas cambiaron de dueño. Hoy el famoso bar continúa abierto, mientras que se desconoce el paradero de su magnífica colección de botellas.


Podéis encontrar, en este blog, los siguientes artículos relacionados con los bares y cafés que aquí se mencionan:

American Bar Pidoux.- https://www.antiguoscafesdemadrid.com/2013/02/american-bar-pidoux-y-el-doctor-asuero.html

Bares americanos de la Gran Vía.- https://www.antiguoscafesdemadrid.com/2019/06/bares-americanos-de-la-gran-via.html

Café Lion y su Ballena Alegre.- https://www.antiguoscafesdemadrid.com/2013/03/el-cafe-lion-y-su-ballena-alegre.html


Fuentes:

hemerotecadigital.bne.es

madrid.org

memoriademadrid.es

prensahistoria.mcu.es



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