HOSTERÍA DEL LAUREL, EN LA CALLE DE MIGUEL MOYA

Tras la finalización del segundo tramo de la Gran Vía de Madrid, la muy antigua calle de Hita perdería parte de su longitud y pasó a denominarse de Miguel Moya. Su lado impar fue ocupado totalmente por una de las fachadas del magnífico edificio del Palacio de la Prensa, mientras que en la acera opuesta vendrían a inaugurarse diversos negocios de restauración.


Fotografía: Antonio Passaporte/Loty - catalogos.mecd.es (años 30)
La calle de Miguel Moya se sitúa bajo el edificio del Palacio de la Prensa, que aparece en la fotografía.

Al principio de este calle aún se conserva la placa que consigna su título, descubierta el día 30 de diciembre de 1935 y realizada por la Escuela de Cerámica de Madrid, en honor a Miguel Moya. En ella figuran los periódicos El Imparcial y El Liberal, una antigua rotativa y el edificio donde se ubicó la Asociación de la Prensa, que fundó Moya, sobre cuyo lateral fue instalada.


Fotografía de M.R.Giménez
Placa de la calle de Miguel Moya, en la actualidad.

Esta pequeña calle, que comienza en la plaza del Callao, sería frecuentada por gran número de periodistas, viajeros de todo tipo, artistas y público que asistía a los cercanos cines de la Gran Vía. Es por ello que concentró gran parte de negocios dedicados a satisfacer las necesidades de aquellos que la visitaban. Así, en casi todos los edificios de los números pares, abrieron hostales y pensiones, oficinas y un buen número de restaurantes, bares y establecimientos dedicados a la hostelería.

Uno de los que más perduraría fue el famoso Café Fuyma (1931-1995), situado en su número 2; La Prensa, bar que aún mantiene el nombre, continúa en el número 4 de la calle. En el mismo edificio, otro local seguiría la moda de los bares americanos de los años 30 en Madrid y traería la apertura de Troïka, inaugurado en 1930 como salón de té ruso, siendo sustituido un año después por el restaurant de cocina vasca Or-Kompon.

El número 6 de la calle de Miguel Moya albergó el restaurante denominado Hostería del Laurel, inaugurado en el mes de octubre de 1935, cuyo nombre evocaba el lugar de acción de las principales escenas del Tenorio en Sevilla, en el siglo XVI.


Fuente: Prensahistorica.mcu.es (1936)
Fachada de la Hostería del Laurel.

El estrecho y largo local de esta Hostería decoró su fachada con ladrillo visto entre pilares de madera y rematados por un tejadillo. Un gran farol, situado sobre su estrecha puerta de acceso, mostraba el nombre del establecimiento. A continuación de la entrada, un gran ventanal de cristales emplomados y opacos dejaba entrar la escasa y única luz que procedía de la calle.

Mesas, bancos y sillas de madera oscura acompañaban a la gran chimenea, de ladrillo y piedra, en la que se asaban pollos y corderos a la vista del público.


Fuente: prensahistorica.mcu.es (1935)
Chimenea de la Hostería del Laurel.

Las especialidades culinarias de este restaurante iban desde los huevos comendador hasta la olla podrida burgalesa, pasando por el pollo a lo spiedo (asado en la chimenea), los huevos y las tortillas preparados de múltiples maneras, las cocochas a la bermeana o la langosta dos salsas, entre otras muchas manducas. Quesos de distintas procedencias y postres como la crema opera, fresas con nata o macedonia de frutas, junto a helados y la tarta de la casa completaban el variado menú del establecimiento, que garantizaba sus precios corrientes.

Tras la Guerra Civil Española el dueño de la Hostería era Gumersindo Martín, que recuperó el negocio en el año 1940 con el nombre de Nueva Hostería del Laurel, convirtiéndolo en un restaurante vasco. De sus paredes colgaba entonces una curiosa colección de diferentes escenas del “Tenorio” interpretadas por un artista llamado Frank, manteniendo el mismo mobiliario y decoración de cuando se inauguró.


Fotografía de Martín Santos Yubero - gestiona.comunidad.madrid (1944). 
La calle de Miguel Moya, desde la puerta de la Hostería del Laurel.


En el año 1978 la Hostería del Laurel, de la calle de Miguel Moya, promovería un certamen para autores de cualquier nacionalidad, con trabajos inéditos de tema libre y escritos en castellano, dotado con 50.000 pesetas y titulado, Premio “Don Juan” para Cuentos.

Poco tiempo después el negocio y su decoración desaparecieron, siendo ocupado su local por diversos negocios de restauración.



Fuentes:

catalogos.mecd.es

gestiona.comunidad.madrid

hemerotecadigital.bne.es

prensahistorica.mcu.es





Comentarios

  1. Que curiosa contradicción, la fachada y el interior del local se decoran en un estilo que pretende rememorar una arquitectura tradicional pero, en poco tiempo, las construcciones decimonónicas que todavía vemos en la foto de Santos Yubero fueron demolidas y reemplazadas por mamotretos de cemento.

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    1. Conde, así era el Madrid de aquellos años 60. Demoler lo viejo, aunque tuviese una potente historia, para "modernizar" o más bien especular con el terreno.
      Entre las construcciones derribadas a las que haces referencia estaba la casa que fue de Luis Candelas. Era la de dos pisos y buhardilla, que aparece en el centro de la fotografía.
      Un afectuoso saludo y gracias por tu comentario.

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    2. ¿Además eso? ¿uno de los personajes emblemáticos del Madrid Romántico? ¿alguien sobre el que se componían romances y canciones y sobre el que se hicieron películas? Me parece recordar que Mesonero Romanos consiguió salvar -al menos en parte- la última morada de Calderón pero no lo consiguió con la de Cervantes. Cuando viajamos por Francia, Gran Bretaña o Austria y vemos lo que ellos hacen se hace más patente lo que no se hace en España.

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    3. Así fue, sí. Gracias por tu comentario.

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