GARIBALDI, UN PERSONAJE DE MADRID

Resulta curioso comprobar cómo la prensa de mediados del siglo XIX y de gran parte del siglo siguiente informaba a sus lectores de cuanto sucedía: últimas noticias, crónicas parlamentarias y de la capital, de provincias y el extranjero. No faltaba la difusión de nuevas publicaciones bibliográficas, los espectáculos, las inauguraciones o los sucesos más luctuosos y aquellos pormenores del vecindario.

La población de Madrid contaba con más de medio millón de habitantes al comenzar el siglo XX. Se podría decir que los personajes más pintorescos, que deambulaban por sus calles de forma continua, eran conocidos por todos y sus peripecias se relataban al detalle en los periódicos, como una noticia más. Tal es el caso del Ciego Simarro, Madame Pimentón o el simpático Perro Paco, de los que ya hemos hablado en este blog, a los que ahora hay que añadir a Garibaldi


Fuente: hemerotecadigital.bne.es (1919)
Baldomero Fortún "Garibaldi", en el centro de la fotografía

En la calle de la Paloma, cuando Madrid aún estaba encorsetada por la cerca de Felipe IV que impedía su necesaria expansión, había nacido Baldomero Fortún. Con sólo diez años de edad ya se ganaba la vida como aprendiz en un taller de tonelería, situado en la calle de Valencia en Lavapiés. Chico avispado y listo, a los dieciocho años tenía bajo sus órdenes a varios obreros de la pequeña fábrica, ganando un jornal suficiente como para mantener a su madre viuda.

Parece que el joven Baldomero habría sido reclutado por el ejército con el fin de participar en la primera guerra hispano-marroquí (1859-1860), donde prestó servicio en un batallón a las órdenes del general Prim -Juan Prim Prats- en la batalla de Wad Ras. Tal vez, sólo tal vez, este fue el comienzo de sus delirios.

Nadie sabe cómo o en qué momento Baldomero Fortún pasó a ser Garibaldi, personaje que monopolizó la popularidad en Madrid durante muchos años.


Fuente: memoriademadrid.es 
La fotografía ilustra un texto que Ramón Gómez de la Serna dedicó a "Garibaldi" en 1919

Flaco y de poca estatura, pero con una salud a prueba de todo mal a pesar del vino que corría por su cuerpo, tenía un carácter nervioso, despierto, pacífico y charlatán que le haría tan conocido como para convertirse en toda una celebridad callejera reconocible por su siempre curiosa indumentaria: sombrero de dos picos, levita cuajada de medallas y condecoraciones obtenidas en El Rastro madrileño y un pañuelo en el cuello.

Beodo, de la mañana a la noche, Graribaldi era conocedor de todas las tabernas del centro de Madrid, en especial de la zona comprendida entre Lavapiés y la Puerta de Toledo. Con su palabrería y gracejo sabía muy bien de quien conseguir un convite, gracias a sus discursos y arengas sobre lo que consideraba injusto, su desprecio a la clase pudiente y a todos los políticos sin excepción, compadeciendo a los obreros que se pasaban la vida trabajando por un salario siempre insuficiente.

Su grito de guerra era ¡Arriba, caballo moro!, que también acompañaba con ¡El general Diego de León, la mejor lanza de España! y ¡Prim, cuna de todas las libertades! Sus diatribas, pronunciadas ante el público que siempre congregaba a su alrededor, fueron objeto de numerosas detenciones por parte de la fuerza pública que, con cierta asiduidad, le conducía a la cárcel Modelo de Madrid.

Así pasaría la vida de Garibaldi, durante más de sesenta años protagonista de las calles madrileñas, de numerosas noticias, artículos y entrevistas en la prensa, que también sería personaje de obras teatrales: como el apropósito cómico-lírico “Correo Interior” (1901) y el entremés “¡¡Arriba, caballo moro!!” (1915), sin obtener ningún beneficio por los derechos de su imagen. Mientras, en el merendero “Los Cipreses” y a pocos pasos de la estación del tranvía de la Bombilla (frente al parque del Oeste) una gran broma de los chicos de la prensa, capitaneados por el periodista Eduardo Rosón, se estaba preparando en forma de un gran banquete en su honor, congregando a más de dos centenares de comensales.


Fuente: memoriademadrid.es 
"Garibaldi", quizá fotografiado antes del banquete de 1901

Garibaldi asistió puntual el día 22 de junio de 1901, a las 7 de la tarde, en coche descubierto tirado por caballos y uniformado con su bicornio, paletó cuajado de condecoraciones variopintas, fajín a la cintura con borlón dorado y un bigote de puntas engominadas. El menú compuesto por paella, merluza a la vinagreta, ensalada y frutas del tiempo se regó con abundante vino y fue amenizado por la música de un organillo. Tras más de dos horas de brindis, discursos irrisorios en defensa de los ideales del gran bebedor y consecuente holgazán, hicieron creer al serio y grave homenajeado, que aquella solemne manifestación era tan sincera como numerosa, tan verdadera como entusiasta. Tras el burlesco agasajo, Garibaldi sería despedido entre un estampido de cohetes, regalado con algunas monedas y un centro de mesa con flores para su esposa, María Sáez.


Fuente: memoriademadrid.es
Baldomero Fortún "Garibaldi" y su esposa, María Sáez

Baldomero Fortún, Garibaldi, fue encontrado en el quicio de un portal la madrugada del día 23 de abril de 1919 en la plaza de los Carros. Trasladado a la Casa de Socorro de Latina, nada se pudo hacer por su vida. Murió de frío y hambre tras haber perdido, pocos años antes, a su mujer y a su hijo Baldomero Fortún Saez, de profesión albañil, en un desgraciado accidente laboral.

Por supuesto, todos los periódicos de Madrid se hicieron eco de la noticia señalando que el personaje nunca robó ni mató a nadie.


Fuentes:


hemerotecadigital.bne.es

memoriademadrid.es


Podéis encontrar más información sobre las entradas a las que hace referencia este artículo, aquí:

El Ciego Simarro.- https://www.antiguoscafesdemadrid.com/2018/09/el-ciego-simarro.html

Madame Pimentón.- https://www.antiguoscafesdemadrid.com/2021/11/madame-pimenton.html

La curiosa historia del Perro Paco.- https://www.antiguoscafesdemadrid.com/2019/09/la-curiosa-historia-del-perro-paco.html

Comentarios

  1. Me recuerda a lo que hacía Javier Cárdenas en el programa de Sardá hace más de veinte años y no me parecía nada ético.

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    1. El propósito de los artículos de este blog es dar a conocer o recordar a los personajes y lugares olvidados que formaron parte de la historia de Madrid. Garibaldi fue bien popular en su momento y, también, tras su fallecimiento, siendo esta la razón de escribir sobre él y, desde luego, sin menospreciar su figura.
      Según las crónicas, era un hombre que decidió "ponerse el mundo por montera", vivir a su aire, decir lo que pensaba y asumir su papel hasta las últimas consecuencias, consciente de ello en todo momento.
      La falta de ética de "los chicos de la prensa" es lo más reprobable de esta reseña, a nuestro entender. Pero Garibaldi siempre estuvo por encima de las provocaciones, haciendo de su personaje una forma de conseguir lo que deseaba.
      Gracias por tu comentario, Conde.
      Saludos.

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  2. Efectivamente, la persona puede adoptar el personaje que quiera. El que haya aprovechados que usen la exhibición y el escarnio para lucrarse a su costa es lo que me repele en 1901 o en 2001.

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