CAFÉ TEIDE DEL PASEO DE RECOLETOS
A partir del siglo XVII, el paseo de Recoletos (antes del Prado de Recoletos o Prado Nuevo) se convertiría en un lugar público para recorrer andando. Doscientos años después sería el más a propósito para que todos se vean y se examinen, entre la frondosidad y frescura de sus parterres y arboleda, recibiendo el título de Jardines de Recoletos. Bancos de asiento, sillas de alquiler, puestos para la venta de flores, aguadoras con sus botijos servían al descanso de quienes deambulaban por este agradable paseo de Madrid. En los laterales se habían construido palacios, un convento, fuentes o circos como el Price, que allí estuvo entre los años 1853 y 1880 en su primera ubicación.
Con el tiempo, como no podía ser de otra manera, también se instalarían cafés en este apacible paseo de Madrid que comenzó a poblarse con los veladores de sus terrazas. Recoletos, Gijón, Chiki-Kutz o Teide eran algunos de los nombres de estos establecimientos.
Situado en el número 25 del paseo de Recoletos y haciendo esquina con la calle de Bárbara de Braganza, el Café Teide tuvo una vida corta de solo veintiún años, pero dejaría un recuerdo permanente y prolongado en el conjunto de la sociedad cultural madrileña de la segunda mitad del siglo XX.
Fuente: lafototeca.com (1971) El Café Teide, cerrado. |
Pequeño, recoleto, breve y muy literario el Café Teide Bar ocupaba la parte derecha correspondiente al sótano del edificio que fue la casa-palacio de duque de Elduayen, construida en el año 1880, luego adquirida por una compañía de seguros. (En este mismo lugar del paseo de Recoletos se había instalado, con anterioridad, el antiguo Circo Price, que más tarde se trasladaría a la plaza del Rey).
Una puerta de pequeñas dimensiones daba acceso al Teide, negocio inaugurado en la primavera del año 1950, al que también se accedía por el portal del edificio. Tras bajar algunos peldaños se penetraba en el café, que ocupaba parte del recinto situado por debajo del nivel de la calle. Tanto las ventanas del paseo de Recoletos como las de la calle de Bárbara de Braganza estaban cubiertas por visillos blancos, para dar más intimidad a los clientes del local. Sus mesas, de reducido tamaño y con veteado mármol oscuro, estaban cubiertas por manteles de color azul claro y protegidas por un grueso cristal.
Durante la primavera, la gran terraza del Teide comenzaba su instalación. Mesas y sillas metálicas se situaban bajo los árboles del paseo de Recoletos, bajo los grandes toldos rotulados con el nombre del café.
Fuente: lafototeca.com (1971) La terraza del Café Teide. |
El interior del Café Teide tenía más intimidad que otros de su entorno, dadas sus pequeñas dimensiones. Escritores en busca de inspiración y calma como César González-Ruano, que llegó a tener una mesa reservada junto a una de sus ventanas, harían de este lugar su zona de trabajo y espacio para la tertulia.
Escritores de la generación del 36, supervivientes a la Guerra Civil, como Juan Antonio Zunzunegui o Dolores Medio; Álvaro Cunqueiro, Wenceslao Fernández Flórez; pintores como Emilio Grau o Pedro Flores pasarían por las tertulias del Café Teide durante los años cincuenta del siglo pasado. Durante la década posterior Ana María Matute, Francisco Umbral, Rafael Santos Torroella o integrantes del grupo “El Paso” también formaban parte de los coloquios organizados en este café, que continuaría abierto hasta el día 4 de noviembre de 1971.
Se dice del Café Teide que era la proa esquinera de una nave de poetas, cronistas y otros seres que han pasado a la historia. Aún así, el Teide, fue víctima de los nuevos tiempos que comenzaban en el inicio de la década de los pasados años setenta.
Fuentes:
catalogos.mecd.es
coam.org
lafototeca.com
prensahistorica.mcu.es
Para Óliver.
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