JESÚS GARCÍA RICOTE, MAESTRO DE LAS PEÑUELAS

Parece que cierto día alguien habló a D. Benito Pérez Galdós de un maestro singular. Un hombre paralítico que desde el sillón, donde muchos años atrás le clavó su enfermedad, iba pacientemente desasnando chiquillos.

-He oído hablar mucho de él- repuso D. Benito-, y si no estuviera como estoy le haría una visita.

Galdós, ciego y enfermo, falleció a los pocos meses de haber pronunciado esas palabras. El maestro incapacitado tampoco podía visitar al novelista. Quién sabe si, de su encuentro, hubiera surgido una nueva criatura galdosiana.

El maestro, al que la prensa del año 1928 así hacía referencia, se llamaba Jesús García Ricote. Tenía su domicilio y su pequeña escuela en la calle del Labrador, del barrio de las Peñuelas de Madrid. 


Fuente hemerotecadigital.bne.es (1928)
El maestro Jesús García junto a los niños de su escuela.


La escuela de las Peñuelas habría comenzado a funcionar con el siglo XX, en una pequeña habitación con paredes tapizadas de mapas y láminas con dibujos. El precio mensual de las clases oscilaba entre una peseta, algunos céntimos y la gratuidad, que constituían el salario del que vivía Jesús García Ricote y con el que, además, adquiría los escasos materiales escolares con los que contaban sus alumnos.

El mobiliario del aula consistía en tablones adosados a la pared, que hacían las veces de pupitres para los niños que por turnos, desde las ocho de la mañana hasta las diez de la noche, asistían a la escuela de una de las zonas más menesterosas del sur de Madrid.


Fuente: hemerotecadigital.bne.es (1928)
En primer término la calle del Labrador, número 11, donde estuvo la escuela. Al fondo la iglesia de las Peñuelas (ya desaparecida).


En el año 1911 la prensa comenzó a hablar del maestro García Ricote gracias a la Junta de Socorros del periódico El Imparcial, que socorría la desgracia y premiaba la virtud de los desfavorecidos con donativos de quinientas pesetas. Las limosnas iban acompañadas por una exhaustiva campaña de publicidad y la biografía de cada uno de los agraciados por la caridad. Así sabemos que el maestro Jesús aprendió a leer y escribir con cinco años y sin ayuda de ningún adulto, que una enfermedad invalidante y progresiva le postró en un sillón siendo aún muy joven y que desde la edad de dieciocho años daba clases a los niños pobres del barrio, por vocación y para ganarse la vida.


Fuente: hemerotecadigital.bne.es (1928)
El maestro Jesús García Ricote en su escuela, junto a sus alumnos y un joven periodista llamado César González-Ruano.


Jesús García Ricote había seguido los estudios de primera enseñanza, pero no tenía titulación. Esta situación daría un vuelco al entrar en contacto con un joven Juan Ramón Jiménez, que muchos años después obtendría el Premio Nobel de Literatura. Ambos muchachos, de la misma edad, se habían conocido en la desaparecida Quinta de la Esperanza, finca en la que el padre de Jesús trabajaba como guarda y el incipiente poeta formaba parte del grupo de amistades que visitaba a los dueños.

Jiménez regaló algunos libros, ayudó a costear los estudios y un medio de transporte para que su amigo García asistiera a las clases. Así fue como, a partir de entonces, contó con una titulación que le permitía ejercer oficialmente el magisterio.

Esporádicamente la escuela de las Peñuelas recibía algún donativo por parte del Ayuntamiento, entidades públicas o de algún militar, funcionario o título nobiliario a quienes el maestro se dirigía por escrito para que intercedieran ante alguna petición, no respondida, de subvención por parte del Ministerio de Instrucción Pública.

Una de las soluciones de Jesús García para conseguir alguna remuneración extraordinaria fue la redacción y venta de textos literarios. Pequeños poemas satíricos infantiles, novelas de aventuras con personajes históricos publicadas por entregas o cuentos cortos difundidos en revistas permitían al maestro viajar, con la imaginación, a otros mundos fuera de la habitación donde vivía confinado y conseguir un suplemento de salario con el que ya tenía que mantener a sus seis hijos.




El maestro Jesús García continuó durante muchos años con su modesta escuela de las Peñuelas, siempre solicitando ayudas y subvenciones que llegarían con cuentagotas. En el año 1946 se le concedió la medalla del trabajo de plata de segunda clase, que le sería impuesta por tres funcionarios en su domicilio del paseo de las Acacias, en el mismo barrio de donde nunca puso salir. En su actividad docente, tras treinta y seis años ejerciendo de maestro titulado, había enseñado a leer y a escribir a más de ocho mil niños.



Fuentes:

hemerotecadigital.bne.es

prensahistorica.mcu.es

todocoleccion.net

















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